NACIONAL

Ebrard, un peligro para Sheinbaum, AMLO y la 4T

*** Hasta entonces estará claro si el anuncio que hizo Marcelo Ebrard el pasado lunes 13 de noviembre del 2023 fue honesto, verdadero y honrado, cuando aseguró que seguiría en Morena, no sin antes advertir que no renunciaría a su aspiración de ser candidato presidencial en el 2030.

Por Pedro Mellado Rodríguez

El riesgo para Claudia Sheinbaum Pardo, para Andrés Manuel López Obrador y para el Gobierno de la Cuarta Transformación, estará latente, día con día, hasta la segunda semana de febrero del 2024, cuando finalmente se llevarán a cabo los registros de los aspirantes a la Presidencia de la República, al Senado y a la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

Hasta entonces se sabrá con certeza si Marcelo Ebrard Casaubón es un político confiable y leal al proyecto comprometido con los pobres, que pretende extirpar para siempre el régimen de privilegios que durante décadas fue cómplice de una oligarquía rapaz que dispuso de los bienes y el dinero públicos, como si fueran patrimonio privado.

En su artículo 237 la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales establece que “en el año de la elección en que se renueven el titular del Poder Ejecutivo Federal y las dos Cámaras del Congreso de la Unión, los candidatos serán registrados entre el 15 al 22 de febrero”.

Hasta entonces estará claro si el anuncio que hizo Marcelo Ebrard el pasado lunes 13 de noviembre del 2023 fue honesto, verdadero y honrado, cuando aseguró que seguiría en Morena, no sin antes advertir que no renunciaría a su aspiración de ser candidato presidencial en el 2030. Pero será hasta febrero cuando sepamos si finalmente le seduce el canto de las sirenas y termina siendo candidato presidencial de una fuerza opositora a Morena, bien sea en las filas del partido Movimiento Ciudadano o, aunque parezca extrema la presunción, del Frente Amplio por México, que integran PAN-PRI-PRD, que podría defenestrar a Xóchitl Gálvez Ruiz, para reacomodarla, como premio de consolación, en la candidatura por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

El axioma funciona con singular puntualidad y fatalidad, porque está profundamente enraizado en el alma de la mayoría de la clase política: del tamaño de la ambición es el tamaño de la abyección; y de las dimensiones de una desmesurada ambición, es el riesgo de la traición.

En Movimiento Ciudadano nada está escrito, aún cuando se haya formalizado la precandidatura presidencial del todavía Gobernador de Nuevo León, Samuel Alejandro García Sepúlveda. Los enconos entre el mandatario naranja de Nuevo León y la férrea oposición del Congreso estatal, dominado por PAN y PRI, entidad en la cual el Legislativo controla al Poder Judicial, han convertido a esa entidad en territorio minado, donde podrían explotar los sueños del partido que regentea Dante Delgado Rannauro.

En Nuevo León, aunque el próximo año no estará en juego la gubernatura, Movimiento Ciudadano podría volver a perder el control del Congreso Estatal, entregar a la oposición la mayoría de las alcaldías de la zona metropolitana de Monterrey, donde se concentra más del 90 por ciento de la población de la entidad, y ceder además a PAN, PRI y Morena, la mayor parte de las 14 diputaciones federales que estarán en disputa en ese estado norteño.

Sería una temeridad y una suprema torpeza que, debido al ilusorio y desmesurado sueño de pretender ganar la Presidencia de la República en junio del 2024 con García Sepúlveda, Movimiento Ciudadano entregara a la oposición de PAN y PRI la designación del Gobernador interino, que entre el 2 de diciembre del 2023 y el 2 de junio del 2024, podría dinamitar todos los proyectos político electorales del partido naranja. Partido que además estará en riesgo de perder en junio del 2024 la gubernatura de Jalisco frente a la potente alianza de Morena, PT, Partido Verde, más los partidos estatales Futuro y Hagamos, que podría hacer naufragar la nave que hasta la fecha conduce el Gobernador Enrique Alfaro Ramírez.

Sin descartar que en febrero próximo, luego del registro de candidatos, tanto el Instituto Nacional Electoral como el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, aplicaran a Movimiento Ciudadano estrictos criterios de paridad sustantiva de género y de alternancia de género en la postulación de candidato a la gubernatura, y obligaran a la organización naranja a cambiar de jinete a mitad del río, al declarar improcedente y nula la candidatura del Alcalde de Guadalajara con licencia, Pablo Lemus Navarro.

Movimiento Ciudadano tendrá que calcular muy bien su siguiente jugada y si se imponen la sensatez y el pragmatismo, nada extraño sería que, en febrero, contra todas la previsiones y pronósticos, terminara postulando a Marcelo Ebrard Casaubón como candidato a la Presidencia de la República.

Por otra vertiente, seis importantes encuestas publicadas durante octubre por las consultoras Covarrubias y Asociados, Buendía y Márquez, Instituto de Mercadotécnia y Opinión, Mendoza Blanco y Asociados, Enkoll (en trabajo para el periódico El País y W Radio), así como el periódico El Financiero, mostraron una verdad irrebatible: que la campaña mediática de la candidata del Frente Amplio por México está estancada. Durante octubre, Xóchitl Gálvez Ruiz, precandidata de PAN-PRI-PRD no logró rebasar los 30 puntos porcentuales de aceptación. Y eso es muy grave, porque después del estancamiento podría venir el retroceso, una vez que empiece a actuar un tercero en campaña, que podría arrebatarle votos potenciales a la abanderada del bloque opositor de derecha.

Marcelo Ebrard Casaubón, y su grupo de incondicionales, estimulados por un deseo de revancha y de ambición de poder, podrían convertirse en el Caballo de Troya de la derecha, que infiltraría a Morena y empezaría a erosionar sus bases, con el propósito de construir, desde adentro, desde las entrañas del partido y del Gobierno, durante los próximos años, un nuevo proyecto de Nación que restituya a la vieja y rancia oligarquía sus añorados privilegios de usufructuar en su provecho los bienes y los recursos públicos que son propiedad de la Nación y del pueblo.

Ese es un riesgo que el Gobierno de la Cuarta Transformación y en el futuro, la administración que encabezaría Claudia Sheinbaum Pardo, no deberían permitirse, pues serían demasiado ingenuos y torpes, frente a un enemigo declarado, que mucho antes de resolver el trámite de la elección del 2024 saborea con demasiada anticipación las mieles de su revancha y de su llegada al poder en 2030, sobre la base de erosionar al que presume, por lo menos declarativamente, que es su actual partido político, que luego de cinco años de una tenaz labor de zapa, quedaría debilitado y saqueado.

Sería un grave error que López Obrador, Claudia Sheinbaum y Mario Delgado Carrillo, presidente de Morena, concedieran a Marcelo Ebrard y sus huestes las candidaturas a senadores y diputados federales que reclaman, lo mismo que posiciones en la estructura del partido y promesas de espacios en el futuro Gabinete. Sería como incubar ingenuamente el huevo de la serpiente.

Fuera del partido guinda, bien sea en Movimiento Ciudadano o en el Frente Amplio por México, Marcelo y sus seguidores le harían menos daño al Gobierno de la Cuarta Transformación y a Morena. Febrero será el mes clave, cuando finalmente, veremos el verdadero rostro de Ebrard Casaubón y conoceremos sus más profundas motivaciones.

Fuente: Sin Embargo