REGIONAL

Alcalde de Agua Dulce servil; coloca busto de López Obrador junto al de los próceres de la nación

*** Si su hijo ya dejó parapléjico a un trabajador petrolero y sigue impune, Noé Castillo tendrá un monumento a la complicidad.

Por Mussio Cárdenas Arellano

Civismo es lo que no tiene el profesor. Siendo alcalde de Agua Dulce coloca un busto de Andrés Manuel López Obrador junto al de los próceres de la patria… sin serlo.

Cinismo es lo que le sobra al edil hidrómilo, Noé Castillo Olvera, cuyo hijo, Noé Castillo Gamboa, golpeó por alcance a un taxi, dejando parapléjico al trabajador petrolero, Ángel Gómez Javier, y entonces la impunidad reinó.

Al maestro, pues, se le resbala la justicia, a veces cuando su simiente provoca un accidente fatal y se da a la fuga, a veces cuando manosea el recuerdo de los héroes nacionales, algo que el Supremo Mañanero, su gurú, hace con regularidad.

Servil, Noé Castillo, extraído de lo más nauseabundo de Morena, otro hijo político de la zacatecana Rocío Nahle, colocó el busto de Andrés Manuel en la rotonda de la Transformación. Quién sabe en qué libro habrá leído —¿será que sabe leer el maestro?— que Juárez, Morelos, Villa, Zapata, Hidalgo, Guerrero e Iturbide tuvieron algo que ver con la 4T.

Entre la recua morenista hay unos bien azotados y otros más. La Layda compone poemas de los que se ríe hasta el señor mesías por aquello de que es hijo de la madre tierra y germinado del mero maíz. Y el enfermito sexual de Macedonio al que habría que recordar bufando cuando las víctimas alzaron la voz y exhibieron que en Guerrero no podía ser gobernador un violador.

El sur de Veracruz tenía que parir un servil. Parió muchísimos pero no todos tan abyectos. Noé Castillo se voló al colocar al mentiroso de palacio entre los héroes que nos dieron patria.

El alcalde es fantástico… y fanático. Hizo prócer a su ídolo Andrés Manuel. Vio en él, méritos que ni Lorenzo Meyer, ni Paco Ignacio Chaibo, ni otros historiadores a modo le pudieron hallar.

En López Obrador, el edil de Agua Dulce halló madera de prócer. Seguro fue por la Casa Gris, o el coyote del contratismo llamado Andy López Beltrán, las casas de Bartlett, la Estafa Funesta en Segalmex, el fraude del fideicomiso para los damnificados del sismo del 2017, el desabasto de medicamentos, el fiasco del Insabi, los sobres de Pío y Martillazo, el caos de la pandemia, Dos Bocas y no refina ni un litro de gasolina, el aeropuerto Felipe Ángeles que pocos usa, el Tren Maya que es un barril sin fondo y la obra cumbre: “abrazos, no balazos”, que lleva 171 mil homicidios dolosos y aún falta un año de desgobierno.

Remodelado el parque Libertad, la plaza mayor de Agua Dulce, frente al edificio que hace las veces de palacio municipal, a un costado de la Sección 22 del sindicato petrolero, el reducto desde el cual, tiempo atrás, los Ricárdez —Juan, Beto, Hiram, Carmito— tuvieron el control político, al profe Noé Olvera lo tocó la luz del Mesías de Tepetitán y le brindó a su pueblo una cátedra de ignorancia histórica y servilismo brutal.

Describe este gazapo morenista el periodista Alfredo Santiago, quien fuera jefe de prensa alcalde anterior, Sergio Guzmán Ricárdez, quien se quedó con las ganas de ser cacique, y lo ilustra con evidencia gráfica.

Sobre un pedestal se erige la figura de cuerpo entero de Benito Juárez. Lo circundan los bustos de Miguel Hidalgo, Vicente Guerrero, Agustín de Iturbide, José María Morelos, Francisco Villa, Emiliano Zapata. Y entre ellos, Pejetustra, el polarizante Andrés Manuel López Obrador.

Agua Dulce, como era de esperarse, no para de reír. Los próceres son una cosa y los fantoches, otra. Y los serviles una más.

Noé Olvera ha sido una decepción. O mejor dicho, un producto genuino de la putrefacción hecha gobierno.

Su mayor gesta es el incidente de su hijo Noé. El 11 de mayo de 2023, ya entrada la noche, embistió a un taxi. Lo golpeó por alcance. El pasajero, Ángel Gómez Javier, petrolero que regresaba de su jornada laboral y se dirigía a su casa, sufrió daños que lo dejaron parapléjico.

Tránsito, Seguridad Pública de Veracruz, instaban a la familia de la víctima a llegar a un arreglo. Así consta en las primeras declaraciones de la madre de Ángel Gómez Javier.

Los videos difundidos por el reportero Gregorio Antonio, titular del portal Infolinks, mostraban a Noé Castillo Gamboa abrazando a una mujer, supuestamente su novia. Ambos se tambaleaban. Difícilmente se podían mantener en pie. ¿Sería alcohol, sería droga? La autoridad nunca lo determinó porque al responsable del accidente se le permitió marcharse.

Se sabría que horas después se hallaba en Mérida, Yucatán. Y el petrolero convalecía en la clínica de Concentración de Pemex, en Minatitlán. No movía los brazos, no movía las piernas.

La justicia vulnerada. La trapacería a los ojos de todo Agua Dulce y el alcalde Noé Castillo, el adulador sin pudor, centrando la mente en el busto de Andrés Manuel, convertido en vecino de los próceres de la nación.

Si le da tiempo, Noé Castillo erigirá otros dos bustos: uno, el del prócer de la paraplejía, su junior; otro, el del prócer de la complicidad, él.