Me va a fabricar delitos, sembrar armas y droga, y así ocurrió
Por Mussio Cárdenas Arellano
Me van a detener. Me van a fabricar delitos. Me van a sembrar armas y plantarme drogas. Así fue el llamado de alerta de Rafael González Cárdenas, avizorando lo que estaba por venir. Y Eric Cisneros, vía Seguridad Pública de Veracruz, lo llevó a la cárcel.
No es el único. Erasmo “El Chivo” Vázquez González, tipo bragado, que encara y reta al crimen organizado, retrató lo que bulle en la mente siniestra de Cisneros Burgos.
“Temo que en próximos meses termine usted de fabricar algún delito en mi contra, con testigos falsos —alertaba Erasmo—; o que en mi rancho ingresen policías o ministeriales a sembrar armas y drogas con tal de joderme, porque así usted acostumbra”.
Y en uno se cumplió el presagio, confinando a Rafael González al penal Duport Ostión, en Coatzacoalcos, imputándole posesión de armas, delitos contra la salud y un ataque armado elementos de Seguridad Pública de Veracruz.
Y el otro —“El Chivo” Vázquez, hermano del extinto Cirilo Vázquez Lagunes, con tentáculos en todo el sur— lo plasmó en las páginas de Proceso, acusando a Eric Cisneros, el mentado Bola 8, del asedio, hostigamiento, cacería de brujas, persecución con tal de ponerlo tras las rejas.
Ambos, Rafael y Erasmo, describiendo cómo opera la maquinaria de poder en Veracruz, el abuso de autoridad de Cuitláhuac García, que gobierna a punta de berrinches y ocurrencias, y de su verdugo, Eric Cisneros Burgos, el secretario de Gobierno que fabrica delitos, inventa culpables, o siembra armas y les planta droga, o configura organigramas criminales para cazar enemigos políticos o a ciudadanos sin culpa hasta remitirlos a prisión.
Literalmente levantado por los esbirros de la Policía Estatal, Rafael González permaneció ocho horas en la sombra, confirmando que en Veracruz los presos políticos son actores centrales en la trama de terror desatada por Morena, perseguidos aquellos a los que no pueden someter.
Temprano, a eso de las 8:30, el martes 6, Rafael González dejó su casa y se dirigió al palacio municipal de Sayula de Alemán, municipio sureño cercano a Acayucan. Lo acompañaba su escolta, Gioberti “N”, un capitán del Ejército en retiro.
Semanas antes, sicarios irrumpieron en su hogar sin hallarlo. Esa noche en la vivienda no se encontraban ni el tesorero sayulense ni su familia. Sin embargo, las cámaras de videovigilancia lograron captar, minuto a minuto, la presencia de los extraños.
Rafael González acusó directamente a la alcaldesa Lorena Sánchez Vargas de ser la autora intelectual del intento de ejecución.
En respuesta, el gobernador prejuzgó. “Se va a investigar —dijo—, pero se ve eso muy armado. Lo hemos dicho, hay una disputa de grupos delictivos y pensamos que el tesorero está vinculado a uno de ellos, el tesorero, ya las investigaciones van a determinar. Se ve muy armado eso”.
Tácitamente lo sentenció. Sin aportar prueba, lo categorizó como parte de un grupo delictivo.
Cinco días después, el 18 de noviembre, Erasmo Vázquez publicó la carta abierta en Proceso, exhibiendo la mano sucia de Eric Cisneros, acusándolo de usar el aparato policíaco y judicial para encarcelar enemigos. Dos semanas más tarde, Rafael González terminó en prisión.
A lo largo de 12 horas, este martes 6 la familia y amigos del tesorero nada supieron de él. Perdieron todo contacto. Ni una respuesta a llamadas y mensajes en su teléfono celular. Trascendía en redes sociales que había sido levantado por un grupo armado. Así hasta que su nombre apareció en el Registro Nacional de Detenciones. A las 7:39 PM, su estatus era “En Traslado”.
La historia oficial es otra. Habría sido intervenido por elementos de Seguridad Pública a eso de las 2:45 PM, sobre un camino de terracería en la congregación Las Barrillas, en Coatzacoalcos. Lo acompañaba su escolta, Gioberti “N”, quien también fue aprehendido.
El reporte oficial del gobierno criminal señala que le hallaron un arma larga y una corta, droga y que lanzaron un ataque armado contra elementos de Seguridad Pública de Veracruz.
Tal como Rafael González Cárdenas lo había avizorado, ocurrió. Eric Cisneros fraguaba aprehenderlo, sembrarle armas, plantarle droga y encerrarlo.
Aquel 13 de noviembre, el tesorero municipal de Sayula había estado a punto de morir a manos de sicarios que irrumpieron en su hogar. Horas después grabó el video en que exhibía a Eric Cisneros y a su protegida, la alcaldesa Lorena Sánchez Vargas.
“Desconozco por qué motivo Cisneros me quiere encarcelar —señaló—. Sé muy bien que es capricho de la licenciada Lorena Sánchez Vargas, la misma mujer que me mandó sicarios a mi casa a hacerme daño”.
Precisó:
“En diversas ocasiones cuando iba a la oficina de la alcaldesa a checar los estados financieros, ella me quitaba mi celular y comenzaba a amenazarme con que yo renunciara. Siempre me decía que ella iba a meterme a la cárcel con ayuda de Cisneros y creo que de eso se trata todo este tema”.
Y remató:
“Hago este video en el cual pido que se dé a conocer en caso de que Cisneros Burgos cumpla su plan de plantarme drogas y armas para que sepan que todo se trató de delitos fabricados”.
El lío con la alcaldesa es épico. Las trapacerías de Lorena Sánchez Vargas derivan del intento por controlar los recursos públicos del municipio violentando la ley.
Ante un cabildo que le ata las manos, construyó un thriller digno de John le Carré donde campean la persecución narca; el presunto secuestro de su hijo, que fue un teatro tan mal montado que se le vino abajo al descubrirse que lo tenía resguardado en casa de familiares, y una presunta presión del crimen organizado obligándola a pedir partidas de dinero en el Congreso federal.
La tramoya se desploma cuando Lorena Sánchez Vargas denuncia los “hechos” ante la Fiscalía General de la República y no tiene con qué sustentar sus patrañas. De víctima pasó a imputada. Pero las denuncias en su contra no prosperan ni avanzan en la Fiscalía de Veracruz, cuya titular, Verónica Hernández Giadáns, la fiscal espuria, una notaria que fuera empleada de Eric Cisneros en la Secretaría de Gobierno, y que sólo procura justicia al gusto del patrón.
Sánchez Vargas retornó a Sayula suponiendo que iba a barrer con sus adversarios. Destituyó al tesorero Rafael González Cárdenas pero violó el procedimiento de ley. Se halló con un cabildo que la desafía y no se deja avasallar. Y peor, que la denunció ante Congreso de Veracruz.
Hay un punto medular, crucial: la denuncia que enfrenta Lorena Sánchez por abrir cuentas bancarias con documentos apócrifos, hasta ahora congelada en la Fiscalía estatal.
A partir de ahí se fraguó la aprehensión del tesorero, con el sello del siniestro Bola 8.
“Quiero dejar patente las intenciones del señor Eric Cisneros Burgos de detenerme de forma ilegal y plantarme droga y armas”, dijo el tesorero municipal de Sayula.
Y como avizoró, ocurrió.
Hay insiders de Morena que advierten que la carta de Erasmo Vázquez González, “El Chivo”, detonó la ira de Bola 8 y de ahí se precipitó la aprehensión del tesorero municipal de Sayula.
Eric Cisneros no tiene freno, ni mando, ni limites, ni control. Persigue a todos, los asedia, les deja caer la maquinaria judicial. Su ley no es la ley de los decentes. Es la ley Cisneros, del arrebato y la revancha, del castigo a los que lo increpan y lo retan.
Empresario citricultor, Erasmo Vázquez advierte cómo opera el secretario de Gobierno: campañas negras en redes sociales y medios, imputaciones de vínculos con el crimen organizado, aprehensión y siembra de armas prohibidas. Toda una “lawfare”, la fabricación del delito y la embestida judicial.
Cuenta Erasmo Vázquez, en la carta publicada en Proceso, que aportó información al gobierno de Veracruz para atrapar grupos criminales. Procedieron contra unos pero encubrieron a otros.
“El Chivo” Vázquez acusa protección a criminales, a los Piña en la Cuenca del Papaloapan, terruño del secretario de Gobierno, donde el secretario de Gobierno se siente Dios.
La voz del “Chivo” Vázquez advierte una persecución mayor… que hay que contar.
Archivo muerto
Qué dulce es la derrota cuando el tirano la siente en la piel. Es música para los oídos escucharlo increpar, tildar de cretinos —estúpidos—, de clasistas, de racistas, de raterazos, corruptos, conservadores, traidores, a los que marcharon para defender al Instituto Nacional Electoral, y verlos triunfar. O llamarles hipócritas, achichincles, oligarcas, simuladores, saqueadores, aspiracionistas, defraudadores, antidemócratas, fifís, clasemedieros, antijuaristas, neoliberales, por haber tomado las calles, que son de todos pero que el bodrio político llamado Andrés Manuel López Obrador supone que son de su propiedad. Y al final, en el momento clave, ni con amagos, ni con amenazas, ni reactivando expedientes judiciales, ni con improperios de Morena en el Congreso, pudo cuajar la reforma electoral constitucional. La derrota es derrota. Así la matice, es derrota. No tuvo los votos, no alcanzó mayoría calificada. Intentó capturar al Consejo General del INE y fracasó. Pretendió apoderarse del padrón electoral y fue bateado. Quiso imponer consejeros a modo y no pudo. Diseño la centralización del sistema electoral, desapareciendo órganos electorales locales y tribunales estatales, y se quedó en el intento. Y así decenas de argucias del mesiánico Andrés Manuel. Su Plan B es un parche a la derrota. Podrá reducir presupuesto; intentará matar por inanición al INE; desaparecerá dependencias y fideicomisos, que activarán juicios de amparo; provocará despido de personal, pero la reforma, como la diseñó, fracasó. Quiso engañar con la supuesta disminución de plurinominales y a cambio crearía una elección en base a listas estatales de candidatos, que es una elección plurinominal mayor. En todo fracasó. En toda la línea fracasó. Así imponga con su mayoría simple un Plan B, C, D y hasta la X, Y o Z, su reforma electoral constitucional fue apabullada, derrotada, lanzada al cesto de la basura por una ciudadanía que salió a las calles a reclamar, lanzando la señal a los partidos de oposición de que se mantenían unidos, sin avalar la treta de Andrés Manuel o perderían el voto ciudadano en la próxima elección. Qué dulce es ver la derrota en el rostro de López Obrador… A la vedette lo mueve la hormona. Día a día, Cuitláhuac García se va deslindando de Rocío Nahle García, alentando la candidatura del show-nude, Zenyazen Roberto Escobar García, por el que el gobernador da la vida y algo más. Desaira Cuitláhuac a Rocío Nahle, la secretaria de Energía por cuyos oficios no fue obligado a renunciar cuando Veracruz volvió a ser escenario de masacres, haciendo sentir el crimen organizado que tiene al poder público en su redil. Nahle intercedió por Cuitláhuac ante un Andrés Manuel encolerizado por las taras políticas de su recomendado, por su incapacidad para gobernador, pero, sobre todo, por las constantes y cada vez más frecuentes evidencias de corrupción. Hoy, le muerde la mano a Nahle, la ningunea en eventos públicos; envía a su choguma, Esteban Ramírez Zepeta, a lanzar la señal de que la candidatura de Morena al gobierno estatal no será para una mujer, y lanza a su prensa a sueldo a mover la imagen de Zenyazen Escobar, que de los antros y tugurios de mala muerte, donde hacía desnudos con el mote Tarzan Boy —hallazgo de la entrañable colega, Claudia Guerrero—, saltó a la protesta en las calles, al Congreso como diputado favorito del gobernador y de ahí a la Secretaria de Educación estatal. —Veracruz, qué pecado cometiste para merecer esta maldición—. Las traiciones de Cuitláhuac alcanzan hasta a Javier Duarte, el ladronazo que gobernó y saqueó las arcas, sin cuyo apoyo y alianza política no habría alcanzado el triunfo en el 2018. Y habrá mas traiciones hasta que los usados y burlados se decidan a hablar. Y entonces Cuitláhuac quedará al desnudo, como el Tarzan Boy… Por la puerta trasera, dejó Rafael Marín Mollinedo el Corredor Interoceánico. Va a la Dirección de Aduanas a ser un auténtico florero porque ahí manda el Ejército. Aduana es coto de militares por gracia divina del mesiánico Andrés Manuel. Su paso por el Corredor Interoceánico es digno de ser esculpido en bronces, acuñado en letras de molde y develado en el muro de la historia, porque no cualquiera logra un fracaso de esa dimensión. Marín Mollinedo, él sí del círculo más íntimo del Clan Obrador, hundió el proyecto cumbre del Peje, la franja de desarrollo que va de Coatzacoalcos, en Veracruz, a Salina Cruz, Oaxaca, en que habría 10 terminales intermedias, decenas de parques industriales, empleo a manos llenas. Pero el susodicho Rafael Marín lo echó a perder por falta de visión, de trabajo y de ineptitud. Dejó las vías de ferrocarril a medio terminar, el derecho de vía no liberado, protestas y más protestas de habitantes de la región por el precio que les fijaron a sus tierras y el barril sin fondo en que se convirtió la construcción. Por más que se le advirtió al mesiánico, se empeñó en sostener a Marín Mollinedo y el resultado es el fracaso total. En Aduanas no hay mucho qué hacer. De los arreglos con el crimen organizado se encarga el Ejército. El paso de mercancías lo atienden los militares. Allá va Rafael Marín, a ser un florero más. Malo que lo dejen actuar. En una de esas quiebra el servicio de aduanas…
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