El único que le tiene miedo a Rocío Nahle es el gobernador
Por Mussio Cárdenas Arellano
Aquel día en que Rocío Nahle lo sentó y lo centró, trayéndole el mensaje seco, tajante, de Presidencia, advirtiendo que por el desastre político, la violencia, el abuso policíaco y el saqueo, debía dejar el gobierno de Veracruz, Cuitláhuac se hincó.
Figuradamente lloró. Prometió corregir, aunque siguió igual. Ofreció controlar al cártel policíaco, aunque ha sido peor. Se comprometió a pacificar ciudades y caminos, a respetar derechos humanos, a ceñirse al imperio de la ley, a licitar obras, a cuidar cada peso, a no seguir erosionando con su arbitrariedad e ineptitud el proyecto de poder de Morena. Y pidió perdón.
Nahle lo toreó. Nahle le vendió que sólo ella lo podía salvar.
Imploraba tiempo el gobernador. Demandaba una, sólo una, una última oportunidad. Que valieran las palabras de Andrés Manuel. Que valieran el afecto, la zalamería de López Obrador, las alzadas de mano y los elogios exaltando una honestidad que en los hechos no existe ni existió.
Horas así, en un estire y afloje. La secretaria de Energía jugaba con su peluche.
Nahle le activó la memoria. Había acudido Julio Scherer Ibarra, entonces poderosísimo director jurídico de la Presidencia, a Veracruz a enderezar la ruta, achicar el agua, evitar el naufragio, soltando consejas y advirtiendo riesgos. Y Cuitláhuac lo bateó.
Cuitláhuac y la pandilla reaccionaron con celo. Si ya tenían a Eric Cisneros —meditó la recua—, tan político, tan diplomático, tan efectivo hasta el grado que provocar muertes y tragedias, qué caso tendría escuchar a un asesor de la talla de Julio Scherer, quien sólo era el amigo personal de López Obrador. Sólo eso.
Si Juan Javier Gómez Cazarín mostraba habilidad superlativa para violar la ley, hacer del Congreso un instrumento de ilegalidad, robar de manera artera recursos federales, aplicar moches a dineros de municipios que demandaron la desaparición de partidas a manos de Javier Duarte, o perseguir alcaldes rebeldes, salían sobrando los consejos del hombre de confianza de Andrés Manuel.
La ruta la marcaban y la seguirían marcando Cuitláhuac, Alma Negra y Gómez Cazarín. Ante ello, Julio Scherer rindió el parte de guerra: Morena, en Veracruz, iba al abismo.
Scherer Ibarra ya tenía historia con la política veracruzana. Conocía de cerca al círculo duartista tras el crimen de Regina Martínez, la célebre corresponsal de la revista Proceso hallada sin vida, estrangulada, el 28 de abril de 2012, en Xalapa.
Hubo un hilo conductor entre Scherer Ibarra y el contralor duartista, Iván López Fernández, al que el entonces gobernador, Javier Duarte, encargó operar cualquier divergencia con Proceso, ya fuera el seguimiento del caso Regina Martínez; las versiones de hostigamiento, amenazas y espionaje a la reportera; la hipótesis del crimen por haber difundido las presuntas ligas del narco con el ex secretario de Gobierno fidelista, Reynaldo Escobar, y con el ex secretario de Seguridad Pública del alemanismo, Alejandro Montano, y hasta el atentado que se fraguaba contra Jorge Carrasco Araizaga, hoy director de Proceso, quien seguía las pesquisas policíacas de cerca.
Scherer Ibarra tenía el pulso de la clase política en Veracruz. Supo con quién pactó Morena, los enredos de Rocío Nahle con las corrientes priistas. Veía a Cuitláhuac García y sus alardes, la soberbia, los encontronazos, la furia, la intolerancia de un candidato inútil, de escasa visión y nulo talento, que de no haberse trepado en el efecto López Obrador jamás habría llegado a gobernador.
Enviado a apagar los fuegos de Cuitláhuac, nada pudo enderezar. Halló oídos sordos, ojos que no ve, mente que no piensa. El “hermano” de López Obrador era ignorado. Y Scherer dejó ve venir a Veracruz.
Un año bastó para ver el desastre. La Fuerza Civil de Cuitláhuac encarceló, torturó, le sembró armas a seis mexicanos residentes en Estados Unidos y uno nacido en suelo norteamericano cuando visitaban Actopan. Tuvo que intervenir la embajada de EU para liberarlos.
En 2019, la autopista Cosoleacaque-La Tinaja literalmente ardió. Camiones transportistas eran tomados por el Cártel Jalisco Nueva Generación y les prendían fuego. Las fachadas de varias comandancias de policía fueron atacadas a balazos. Cuitláhuac se apanicó.
Las masacres volvieron. La policía estatal agredía a la población. La policía ministerial incurría en abusos y detenciones arbitrarias, sembrando droga a ciudadanos inocentes. Detenidos por la policía estatal aparecían sin vida en los separos del Cuartel de San José, en Xalapa.
A Cuitláhuac, a su primo, el subsecretario de Finanzas, Eleazar Guerrero Pérez, a los encargados de las unidades administrativas en secretarías y en el Congreso, les crecieron las uñas. Se asignaban obras sin licitación, por asignación directa. O maquillaban las licitaciones. O favorecían a empresas fantasma.
Pero de haber sido depuesto antes de cumplir su segundo año de gobierno, por ley debía convocarse a elección extraordinaria. Y sin el efecto López Obrador, Morena corría el riesgo de perder el gobierno de Veracruz. Por eso lo aguantaron.
Vencido el plazo, Rocío Nahle transmitió el mensaje de palacio nacional. Se tenía que ir. Nahle jugó con el miedo de Cuitláhuac, sabiendo el gobernador que, ya sin poder, las facturas se tendrían que pagar. Y Cuitláhuac lloró.
Ofreció corregir, escuchar, darle rumbo al gobierno y mitigarle a Morena el costo político del caos. Ofreció pacificar, revisar finanzas, frenar el nepotismo, dejar de encubrir a acosadores sexuales.
Rocío Nahle aflojó. Y Cuitláhuac quedó en sus manos.
La factura llegó después. Es la Ley Nahle. Morena reformó la Constitución de Veracruz, otorgando condición de veracruzanos a los nacidos en otra entidad pero con hijos oriundos de Veracruz, o con cinco años de residencia efectiva. Era el traje a la medida para la zacatecana Rocío Nahle.
Dice ahora el gobernador que, una vez modificada la Constitución de Veracruz, la oposición trasluce miedo a la secretaria de Energía. No, no es miedo, es repudio. Es repulsa al abuso y al agandalle, al descaro de modificar la Constitución para acceder al poder, a la ausencia de ética y el vacío moral.
Por eso hay reacciones airadas. Hay rechazo de norte a sur. Hay recelo entre quienes conocen a Rocío Nahle por sus desplantes, los destellos de soberbia, el tono de sus palabras, la amenaza velada, la ambición desmedida, los excesos del círculo que la rodea.
Nadie le teme a Rocío Nahle, excepto el gobernador y Cisneros, Gómez Cazarín, Zenyazen Escobar y todos aquellos a los que puede aplastar. El resto de Veracruz, no.
De entre sus críticos, el priista Rafael Madero Rodríguez refuta al gobernador:
“La oposición no le tiene miedo a Rocío. Todos, no sólo la oposición, le tenemos miedo a expresarnos porque constantemente se violenta la libertad de expresión.
“En Veracruz, las mujeres tienen miedo por su integridad, por su vida, porque no hay garantías de seguridad para ellas.
“Los padres de los niños con cáncer siguen con el miedo de perder a sus hijos porque su gobierno estatal y federal sigue sin proveer los medicamentos.
“Los veracruzanos están hartos de acudir a los hospitales y que no hayan médicos ni medicamentos y el miedo es enfermar y dejar a su familia en el desamparo.
“Miedo tienen los veracruzanos de emprender un negocio y ser molestados por la delincuencia.
“Miedo tienen los empresarios de invertir en Veracruz y fracasar porque este gobierno no apoya y no genera condiciones de crecimiento económico.
“Miedo tienen los jóvenes que por falta de recursos hoy no podrán seguir estudiando.
“Miedo tienen hombres y mujeres de tener que emigrar porque en Veracruz no hay empleo.
“Miedo tiene la ciudadanía de salir a la calle y ser asaltado, secuestrado o asesinado.
“No, señor gobernador. Entienda cuál es el verdadero miedo que se tiene en Veracruz y no es por su amiga, la zacatecana que quiere gobernar Veracruz”.
Nahle supo jugar con el miedo de Cuitláhuac y así lo quebró.
Archivo muerto
Son 400 millones de dólares de Braskem-Idesa y Eliezer Sánchez Carrillo los tira a la basura. Es la mayor inversión privada —8 mil millones de pesos— y un empleado de tercera en el ayuntamiento de Coatzacoalcos se empeña en boicotear al consorcio brasileño-mexicano. Eliezer Sánchez, coordinador administrativo en la Dirección de Desarrollo Urbano, congela permisos, empantana trámites, sin una explicación lógica. No es que sea coyote, pero parece. No es que exija comisión, pero da la impresión. Un día, en reunión cuerpo a cuerpo, funcionarios de Braskem expresaron a los del ayuntamiento de Coatzacoalcos que si no hay condiciones, su inversión se cancela. Y dejaron claro que al que no querían como interlocutor es a Eliezer Sánchez Carrillo. Braskem anunció el 28 de septiembre de 2021 que invertiría 400 millones de dólares en la construcción de la nueva terminal de etano en la Laguna de Pajaritos, en un espacio de 10 hectáreas. Llevará por nombre Terminal Química Puerto México (TQPM) y lo hará asociada con la firma alemana Advario, filial de Oiltanking. El proyecto forma parte del desarrollo del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT) y se calcula que habría de generar 2 mil empleos en su construcción. Habría de iniciar en julio de este año pero al señor Eliezer Sánchez Carrillo se le ocurrió congelar los permisos gestionados por Braskem-Idesa. Sabiendo cómo responden a estas trapacerías los brasileños, no tardan en mandar el Corredor Interoceánico a volar… Dos patrullas de policía quemadas. Es la viva imagen de la tranquilidad que se vive en Coatzacoalcos. Ocurrió el sábado 20 en la colonia Benito Juárez, antes feudo del Comandante H, Hernán Martinez Zavaleta, líder zeta, hoy en prisión purgando una condena de 20 años. Dos tipos a bordo de una motocicleta arrojaron sendas bombas molotov y ambas unidades comenzaron a arder. Es esa la estampa de la inseguridad que se vive en Coatzacoalcos. Pero qué tal el discurso del gobernador, Cuitláhuac García. Que no hay secuestros. Sí los hay, pero no se denuncian. O los denuncian y no entran en la estadística. Algo así como el recurso del avestruz, metiendo la cabeza en la tierra. Lo que hay, y de sobra, es extorsión. Ahí está el restaurant Sonic, que optó por cerrar. Y ahora el Club Barrillas, rafagueado antes de comenzar a operar. Horas después de ese episodio, sus presuntos autores fueron aprehendidos. Y poco después, las dos patrullas de la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz ardían por el efecto de las bombas molotov… Luis Chávez es un virtuoso de las letras. Hila frases, teje historias. Cuando quiere es serio, cuando se le antoja —o sea, siempre— es sarcástico. Y Luis Chávez Fócil es un señor contador de cuentos. Irritado, ahora protagonizará una huelga de hambre por el desinterés de la alcaldesa de Minatitlán, Carmen Medel Palma, a su proyecto cultural. Siete meses ha insistido. Siete ha tocado puertas. Luis Chávez le expuso que llevar cuentos a las escuelas es sembrar el gusto por la lectura. Y el que lee, razona. Y el que razona, desarrolla el intelecto. Y así sus oportunidades de una mejor vida, se incrementan. En siete meses, nada. La primera vez que abordó a Carmen Medel, lo remitió con unos de sus ayudantes; la segunda, Luis Chávez puso en manos de la alcaldesa su proyecto. Luego se lo planteó a Guillermo Reyes Espronceda, secretario del ayuntamiento. “Lo voy a ver”, le respondió. Y como todo tiene un límite, y ante la indiferencia de los ignorantes, Luis Chávez se apostará en las escalinatas el palacio municipal de Minatitlán, el 19 o 26 de septiembre, y se declarará en huelga de hambre. Menudo escándalo tendrá que cargar Carmen Medel. “La actividad que desempeño de cuentacuentos es profesional, no improvisada”, dice Luis Alberto Chávez Fócil. Es profesor de teatro, egresado del Instituto Andrés Soler, de la Asociación Nacional de Actores, y periodista desde hace más de 30 años… Al amigo Tomás González Corro y a su familia, un sentido pésame, solidaridad y cariño ante la irreparable pérdida de su señor padre, don Tomás González Jiménez. Nacido en Xalapa, echó raíces en la bella Cosamaloapan, donde formó una familia de buena esencia y sólidos valores y ejerció el magisterio con la pasión que sólo los maestros de a deveras lo pueden y lo saben hacer. De ese árbol, de esa madera fina procede el periodista y director de Agenda MX, Tomás González Corro, pionero en proyectos de comunicación digital en Veracruz. Que el tiempo y el Creador les concedan una pronta resignación, y que el recuerdo de don Tomás González Jiménez se avive cada día más… ¿Quién es la nueva conquista de Miyo, el aún joven empresario, cuyos deportes favoritos son hacer dinero y darle rienda al amor? Dícese que la dama labora en los terrenos que un día albergaron la vieja estación ferroviaria de San Lázaro, en la Ciudad de México. Dicho en latín moderno, es diputada federal…
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