Omar García, el antes y después de un normalista tras la Noche de Iguala
*** Hace cinco años, Omar García era estudiante de la Normal Rural de Ayotzinapa. Tras la desaparición de 43 de sus compañeros, se volvió uno de los voceros del movimiento que se inició para buscarlos.
Omar García sería un maestro rural en la sierra de Guerrero, pero el 26 de septiembre de 2014 la desaparición de 43 de sus compañeros cambió su vida. Él no estuvo en ninguno de los camiones que en la Noche de Iguala fueron atacados por policías municipales, pero desde entonces ha alzado la voz para saber qué pasó hace cinco años.
Tras el primer ataque, se trasladó de la Normal Rural de Ayotzinapa a esa ciudad para informar a la prensa de los hechos. Dice que en un inicio él y otros creyeron que los estudiantes habían sido llevados a la cárcel, sin imaginar lo que realmente sucedió.
En la actualidad, Omar tiene 31 años, vive en la Ciudad de México, estudia Derecho y se imagina cómo serían las cosas y lo que estaría haciendo de no haber tenido lugar la trágica noche de Iguala.
“Me veo panzón”, ríe. “Me veo con el perfil de un maestro rural, dando clases en una escuela primaria de la sierra de Guerrero, y tratando hacer activismo a mi manera, siendo maestro a mi estilo”, dice en entrevista con Expansión Política.
También imagina lo que estarían haciendo sus 43 compañeros: “en estas fechas, ellos ya estuvieran marchando por sus plazas, exigiendo que se les dé trabajo, haciendo exámenes para lograr un lugar; los veo en una vida normal junto a sus familias; vivos y libres”.
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En abril de 2016, la Asamblea Estudiantil decidió que Omar García no volvería a pisar Ayotzinapa al acusarlo de ser una “estrellita” y un “vendido”. Él, sabiendo que estas “resoluciones” se extienden por todas las normales rurales, decidió tomar otro camino: salir de Guerrero, hacer activismo y prepararse desde la capital del país.
Por ahora, el ex normalista descarta la posibilidad de regresar a su tierra y, en definitiva, dice que no podría seguir preparándose para ser maestro rural, la “única opción” que tienen los jóvenes de la sierra para “salir adelante”.
“De momento, no puedo volver (…) Actualmente, además del trabajo y la escuela, imparto talleres, se me da bien el tema de la enseñanza, pero no sé si estaría en un salón de una escuela normal; además, ninguna rural me abriría las puertas”, reconoce.
Omar confiesa que desde 2014 no ve a su familia, aunque sí mantienen contacto. Recuerda que cuando comenzó como vocero del movimiento por el caso Ayotzinapa le reclamaban por no pensar en el “riesgo” en el que los ponía.
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“Les dije que si yo fuera el desaparecido ellos estarían haciendo lo mismo; desde ahí mi familia me respaldó, así que no me interesa que los demás digan que soy vendido o un protagonista, tengo el apoyo de mi familia”, puntualiza.
Y aunque cortó toda relación con la Normal ‘Raúl Isidro Burgos’, Omar sigue acompañando la lucha de los padres de sus 43 compañeros desaparecidos, una experiencia que califica de dura y satisfactoria a la vez.
“Conozco a la mayoría de sus familias, de sus reclamos, sus aspiraciones, sus sueños, sus esperanzas; hemos luchado codo a codo en la medida de nuestras posibilidades, hay aprendizaje y acompañamiento”, dice.
Al llegar a la Ciudad de México, en 2016, Omar García supo que quería estudiar Derecho para entender cómo funciona el Estado y cómo los “poderosos” usan las leyes a su favor.
En este tiempo, ha estado en proyectos de comunicación – como Altavoz Radio que recién se estrenó – y colaborando con organizaciones civiles, como Cencos y el Centro ProDH.
Cuando concluya sus estudios, se visualiza defendiendo a los más desprotegidos y acompañando a las familias de las víctimas de desaparición y feminicidios. También le llaman la atención las causas ambientales y la política.
“Ayotzinapa, indiscutiblemente, me llevó a tomar el camino al Derecho. Si nosotros no hubiéramos tenido abogados, nos habrían engañado (…) Si eso nos trataron de hacer a nosotros que estábamos más o menos informados, cómo no se lo van a hacer a otros que tienen menos (recursos). Por eso tomé la decisión (de estudiar Derecho)”.
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Por ello, le parece de suma importancia que al lado de cada familia que tiene una víctima haya un abogado o colectivos que defienda los derechos humanos.
El ex normalista afirma que el espionaje del gobierno y las amenazas en su contra cesaron, ”pero antes ocurría todo el tiempo”; aunque se sigue manteniendo alerta de los priistas porque, le han advertido, “no perdonan”.
Ahora, cree que en la administración de Andrés Manuel López Obrador se vislumbra “esperanza” y “buena voluntad”.
“No hay confianza en un sentido absoluto; hay comunicación como no lo había antes. Se ha convertido en prioridad de este gobierno esclarecer los hechos y hay una expectativa, pero también la claridad de que si fallan, nuestra lucha va a continuar”, enfatiza.
García agrega que su historia es irrelevante, pues él no pidió que un hecho como el de Ayotzinapa lo obligara a alzar la voz. “Hablo porque tengo que hablar”.
Fuente: politica.expansion.mx