Marcelo, Caballero, Oliver, Víctor y hasta “El Tortas” operando para Morena
* Nueva traición, como en 2015 y 2017 * Vía el Partido Verde, respaldo a Amado * Cónclave de Caballero y Oliver con Tania Cruz * Yunes Linares, con tufo a la cárcel * Al primer escándalo, el candidato del Verde renuncia * JC Charleston, fuera del Poder Judicial * Liliana Orantes: intrigas en Whatsapp * Notarios que intercambian pareja.
Por Mussio Cárdenas Arellano
Bajo la mesa o en público, en las sombras o con descaro, el marcelismo es el operador de Morena en Coatzacoalcos, el brazo electoral de Rocío Nahle para retener la alcaldía, las diputaciones federal y locales, el poder en su bastión. Sin sus tretas, sin sus fraudes, la secretaria no sería la favorita de Andrés Manuel.
Sin Marcelo Montiel, el priista que pretendió ser cacique y solía apalear a la izquierda, Rocío Nahle no habría sido diputada federal en 2015, ni coordinadora del grupo parlamentario de Morena, ni la consentida de Andrés Manuel López Obrador, ni sería secretaria de Energía.
Vencido en el último minuto, el marcelismo vio desvanecerse la candidatura de uno de los suyos a la diputación federal, Víctor Rodríguez Gallegos, y emerger la de un acérrimo rival, Rafael García Bringas. La respuesta fue operarle votos a Rocío Nahle, y de ahí hasta donde está.
Sin el marcelismo, en 2016, Amado Cruz Malpica ni en sueños habría alcanzado la diputación local urbana en el distrito de Coatzacoalcos, brincando a la coordinación del grupo parlamentario de Morena en el Congreso de Veracruz, inodado después en el escándalo del desvío de recursos, las giras de Andrés Manuel pagadas con fondos legislativos, y con los empresarios que aportaron dinero ilegal para las campañas municipales, grabados en los videos con los que se implicó a la legisladora de Las Choapas, Eva Cadena Sandoval.
Sin el marcelismo, en 2017, Víctor Manuel Carranza Rosaldo difícilmente habría alcanzado la alcaldía de Coatzacoalcos, aunque pagó el precio dejando impunes las corruptelas de su antecesor, Joaquín Caballero Rosiñol, entenado político de Marcelo Montiel. El marcelismo operó en contra del candidato del PRI, Carlos Manuel Vasconcelos Guevara, quien en el cierre de campaña alertó que vendría un golpe artero… y el golpe llegó.
Sin el marcelismo, ni Tania Cruz Santos habría alcanzado la diputación federal por Coatzacoalcos, en 2018, ni Amado Cruz Malpica la diputación local, ni Claudia Balderas la senaduría plurinominal, ni Rocío Nahle la senaduría de mayoría relativa.
De la mano, Marcelo Montiel y Rocío Nahle construyeron un proyecto para el relevo del poder, desplazando a otras corrientes priistas y morenistas. Así, los alfiles del marcelismo fueron a la caza de posiciones en la presidencia municipal —una regiduría para Oliver Damas de los Santos, ex secretario de Gobierno con Joaquín Caballero, y espacios de trabajo para su corriente política— y cargos de dirección en el Congreso de Veracruz. Oliver convalida cuanta sandez y arbitrariedad se le ocurre al presidente municipal.
Otro marcelista cómplice, Víctor Rodríguez Gallegos, el hombre de los dineros de Marcelo Montiel en la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno duartista y luego subdelegado de Administración en la Sedesol federal en Veracruz, el que finge un rompimiento con su amo real, pudo colocar a su hermano Felipe en una regiduría a la que accedió como priista y se comporta como morenista.
Hoy, van de nuevo por el poder. Ante el riesgo de una debacle, golpeado Morena por el desastroso gobierno de Cuitláhuac García Jiménez y la caótica alcaldía de Víctor Carranza, la falta de obras, un cúmulo de actos de corrupción, pagos ilegales a contratistas, incumplimiento del deber legal, el pacto se vuelve a refrendar.
El PRI-Mor tiene un nuevo disfraz. Usa el color verde ambiental. Se monta en las siglas de un negocio político llamado Partido Verde Ecologista de México, cuya virtud es el descaro para trepar a las faldas del poder, enchufado a la ubre del PRI, del PAN y hoy de Morena.
Una estampa los retrata cual son: Amado Cruz Malpica circundado por la mafia marcelista, unos con el pulgar al frente, la solemnidad verde, los corifeos de Joaquín Caballero y de Marcelo Montiel apuntalando al candidato de Morena. La fotografía inundó las redes sociales el jueves 8 de abril.
Discreto, en segunda fila, a dos sitios del candidato de Morena a la alcaldía de Coatzacoalcos, un chofer con suerte: Enrique Navarro, alias “El Tortas”, actual subdirector de Servicios Materiales del Congreso de Veracruz. El chofer con deplorable historial.
“El Tortas” fue chofer de Marcelo Montiel, aviador en el ayuntamiento de Coatzacoalcos, vendedor de autos en la agencia Volkswagen y jugador de futbol.
“El Tortas” Navarro tuvo un compañero con mañas tan grandes como las suyas y una desvergüenza mayor: Juan Javier Gómez Cazarín, hoy coordinador de Morena y líder del Congreso de Veracruz.
Vivían días en que les caían demandas por vender autos y no entregarlos o hacerlo pero no suministrar la documentación legal. Enfrentaban demandas y reclamos, apercibimientos y el riesgo de parar en prisión. Pero la suerte los salvó.
A Gómez Cazarín lo alcanzó la ley, enfrentando demandas que se hicieron públicas y el torbellino del escándalo lo atrapó. Hoy se ventila por lo menos una bajo la figura de fraude.
Enrique “El Tortas” Navarro tiene en su haber una denuncia por amenazas de muerte y lejos de bajarle, persiste en su afán de intimidar.
Dos rufianes con suerte: uno, morenista, líder del Congreso de Veracruz, y el otro, marcelista, el más influyente ante Karla, la hija de Marcelo Montiel, un consejero sin par, convertido en subdirector de Servicios Materiales de la Legislatura estatal.
Y desde ahí “El Tortas” Navarro cobija a otros marcelistas: Manuel Cabanas, Manolo García Palacios y Genaro Ríos Montiel, sobrino de Marcelo Montiel, a quien le reservan la regiduría uno en la planilla del PVEM asegurando su lugar en el próximo cabildo de Coatzacoalcos.
Otra ala del marcelismo opera a favor de Tania Cruz Santos, candidata de Morena a la diputación federal en Coatzacoalcos. Son el ex alcalde Joaquín Caballero Rosiñol, y su mozo de estribos, Oliver Damas de los Santos.
Sus encuentros no son en la sombra ni bajo la mesa. Una reunión con la diputada federal que intenta la reelección tuvo lugar el sábado 3 de abril en el restaurant Starbucks de avenida Universidad al poniente de Coatzacoalcos. Sólo ellos tres, según testigos que captaron la escena.
Tania Cruz opera con números rojos su campaña. Su nivel de aceptación popular se halla en zona de riesgo, cuestionada por su baja productividad en la Cámara de Diputados donde casi tres años después nada logró.
Le reclaman tibieza ante el caso Salgado Macedonio, del que expresó que las evidencias presentadas tras las denuncias por violación, acoso sexual y extorsión no era contundentes para tirarle la candidatura de Morena al gobierno de Guerrero. Falta de empatía con la mujer.
O el video en el que hace tres años señaló que “el Clan de la Succión” existe, en alusión a la familia Robles Barajas, propietarios de Diario del Istmo, Imagen de Veracruz e Imagen del Golfo, padrinos de la secretaria de Energía, Rocío Nahle García, que lo mismo le chupan al PRI, que al PAN, que al PRD, que a Morena. O los grafitis con su rostro a los que les pintarrajean condenas y reproches.
Caballero Rosiñol ha tenido otros encuentros con el circulo morenista de primer nivel. A quien tiene a su cargo la estructura electoral de Rocío Nahle, le dispensó horas de charla en el mismo sitio en que se le vio con Tania Cruz Santos. El encuentro ocurrió en el Starbucks de avenida Universidad.
El marcelismo opera para Morena a contrapelo del candidato del PRI-PAN-PRD, Carlos Vasconcelos Guevara, reeditando la historia de 2017 en que lo dejaron sólo y cargaron el voto priista a favor de Víctor Manuel Carranza Rosaldo, asestándole un humillante revés a su partido, el PRI.
Caballero avanza en su proyecto de traición por la tibieza de Vasconcelos. Caballero carga con una historia de corrupción, cifras que no cuadran ante la Auditoría Superior de la Federación, daño patrimonial; y otro tanto en el Órgano de Fiscalización del Estado donde aún se ventila la cuenta pública de 2017 con 142 millones de pesos en irregularidades. Y Vasconcelos no mueve un dedo.
En seis años, Morena no ha construido una maquinaria electoral para avasallar. Se cuelga del efecto López Obrador y de la operación electoral del marcelismo, el priismo traidor.
Es una simbiosis de corrupción. Morena evita la derrota en las urnas y a cambio los alfiles del marcelismo, los Caballero, los Víctor Rodríguez, los Oliver Damas, los Cabanas, los Ríos, “El Tortas” Navarro, los depredadores del erario, pululan en el entorno del poder.
Sin ellos, sin el marcelismo, Rocío Nahle estaría perdida.
Archivo muerto
Se estrecha el círculo y Miguel Ángel Yunes Linares ya huele a cárcel. Vía el periódico La Jornada, el obradorismo remite un mensaje directo: van por el ex gobernador de Veracruz. Viejas acusaciones —una del ex líder nacional panista, Manuel Espino; otra del sindicato magisterial, y una tercera de Javier Duarte, su antecesor que hoy está en prisión—, reactivadas por la Fiscalía General de la República, intentan acreditar enriquecimiento ilícito y lavado de dinero. Añejas denuncias, le sirven a Andrés Manuel López Obrador para cercar a Yunes, atarle las manos, neutralizar al yunismo azul y cobrarle una afrenta política que incluye haber tildado de “loco” al hoy presidente de México. Yunes responde y dice que se pone a disposición de la FGR para aclarar. El meollo no es el origen de su fortuna, ni la compra de inmuebles mediante empresas familiares. El punto es el uso del aparato judicial para tronarlo políticamente y con ello, tronar a sus hijos, Miguel Ángel y Fernando Yunes Márquez, que ahora se heredan la alcaldía de Veracruz como en 2018 el padre intentó dejar el gobierno veracruzano en manos del Chiquiyunes. Mucha disposición de Miyuli en acudir a la FGR; en un descuido entra y luego se la aplican, lo acusan de “ultrajes a la autoridad” y se queda una buena temporada en prisión… Una sacudida y el joven Isaac Férez tira la candidatura a diputado federal por Coatzacoalcos por el Partido Verde. Le sueltan una imputación —violador, acosador, junior mala cabeza—, sacudiendo las redes sociales, y prefiere renunciar. Su nombre aparece en una lista divulgada por las llamadas Brujas del Mar, que unas veces acusan con sustento legal y otras sin él, a partir del dime-que-te-diré en el Facebook o en Twitter. También en comentarios de una usuaria del feis que sólo alude a un joven de aspecto árabe que por varios minutos la hostigó siguiéndola en su vehículo y que hoy aspira a ser diputado federal. Horas después, Isaac Férez Esparza difundía dos videos: en el primero decía que el PVEM le había solicitado su renuncia a la candidatura; luego lo sustituyó con otro en que afirmaba que fue él quien tomó la decisión de apartarse de la contienda para enfrentar el señalamiento. Poco aguante en un ámbito en el que las honras se ven destrozadas, la vida privada se vuelve pública y el golpe artero es el desayuno de cada día. Nada aguantó el pupilo de Javier Herrera Borunda, delegado nacional del Partido Verde en Veracruz. Se fue sin bailar antes de comenzar el baile… A la congeladora, el “abogado” Juan Carlos Charleston Salinas. Un reporte interno del Poder Judicial apunta que su contrato como abogado de oficio feneció y por más que lucha porque le sea renovado, nada ha conseguido. Pesan sobre el abogadazo un cúmulo de quejas, “estímulos” excesivos exigidos a los procesados, magros resultados y hasta una investigación periodística por pre liberaciones a reos pesados que por los crímenes cometidos nunca debieron salir de prisión. Juan Carlos Charleston es aquel que por años ostentara un título falso de la Universidad Veracruzana, donde se lee la fecha del examen profesional en un día en que no se aplicaron exámenes profesionales. La investigación que arrojó ese hallazgo fue realizada por la entonces Procuraduría de Justicia de Veracruz y determinó su cese como agente del Ministerio Público del Fuero Común. Y si no se le procesó por usurpación de profesión fue por sus ligas con Tony Macías, el ex suegro incómodo del ex gobernador Javier Duarte. Juan Carlos Charleston hoy presume otro título, otorgado por la Universidad Popular Autónoma de Veracruz, una maestría y ya pronto un doctorado —el Doctor Cuac—, pero lo del título falso de la UV lo perseguirá por el resto de sus días… Polifacética, Liliana Orantes no sólo protagoniza un incidente de violencia en Balcones del Mar, cuya administradora, Rita Balboa Córdova, la señala de haber trastocado las normas internas del fraccionamiento, empecinada en grabar un spot de su campaña a la alcaldía de Coatzacoalcos bajo las siglas del partido Todos por Veracruz, que dio pie a la agresión verbal y física, según consta en una circular remitida a los condóminos. También lanza denuestos y acusaciones en mensajes de Whatsapp contra una dirigente obrera, a quien la categoriza como “espía” en Fuerza por México y tilda a una ex alcaldesa de haber sido la “segunda de a bordo” del líder transportista, Ramón Ortiz Cisneros, líder de la Confederación Auténtica de Trabajadores y Empleados de México (Catem), embestido por el sistema, detenido y confinado en una prisión federal de Guanajuato. Lengua suelta, Liliana Orantes Abadía no mide el alcance de lo que imputa. Esa aseveración le va a generar dos reacciones: la de un sector de la prensa y la de los amigos de Ramón Ortiz. Otros de sus corifeos, uno de ellos ligadísimo al diputado Héctor Yunes Landa, se le van con todo al periodista Federico Lagunes Peña, tildándolo de mercenario porque no pela a la candidata. En breve, los detalles del aquelarre prosaico de Liliana Orantes y su banda… ¿Quiénes son esos notarios swingers —pura mente abierta— que combaten el tedio y la rutina con prácticas radicalmente liberales —intercambio de parejas, videos individuales o colectivos— que han escandalizado a los del gremio y a los que no. Y pensar que esos son representantes del estado para otorgar fe pública…
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