Informe Rojo
El yunismo azul, al servicio de su verdugo
* El aval a los magistrados del gobernador * Sergio, Maryjose, Marigraz, Montserrat, apaleados y contentos * Muere Vicky Rasgado, alcaldesa de Moloacán * Los sueños y los retos de una brillante periodista * Veracruz firme; ya es tercer lugar nacional en Covid 19 * Julio Tirado al Conalep * CMAS desata la ira en Santa Martha
Por Mussio Cárdenas Arellano
Vilipendiados, los yunistas y las yunistas azules en el Congreso de Veracruz sufren aquello del Síndrome de Estocolmo: aman a Morena, su verdugo, a los que los tildan de pillos y ebrias, rendidos a las tretas de Cuitláhuac, el gobernador.
Desvencijado, ese yunismo se postra ante la imposición de la nueva recua de magistrados —magistrados pelele— que llegan al Poder Judicial a suscribir la última ocurrencia y su consabida violación a la ley del infame de palacio.
Avalan, por ejemplo, a Aillet García Cayetano, de méritos inexistentes como no sea su paso por la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz, dejando rastro en la Dirección Jurídica de las trampas y maniobras para mantener inactivo el sistema de videovigilancia estatal.
Aillet García es una perla del nepotismo morenista. Su esposo, el cuestionado secretario de Infraestructura y Obras Públicas, Elio Hernández Gutiérrez, ha suscitado una oleada de imputaciones por asignación directa de contratos a empresas a modo, obviando o declarando desiertas las licitaciones, por obras de pésima calidad y hasta una denuncia penal por negligencia tras la muerte de una menor en un accidente en Córdoba.
Su hermana también se halla enchufada a la ubre del poder. Dorheny García Cayetano, alias “Candy”, es la gris diputada federal plurinominal en cuyo haber personal destaca un noviazgo con Cuitláhuac García —¡sopas!— que como era se suponerse no terminaría en nada digno de presumir. En política, los amores imposibles son bien remunerados.
Aillet García no es una pieza más. A Cuitláhuac le sirvió para congelar el sistema de videovigilancia contratado en los días de poder de Miguel Ángel Yunes Linares, y así configurar una denuncia por fraude y encarcelar al ex gobernador panista junto con su secretario de Seguridad Pública, Jaime Téllez Marié.
Aillet pasó por encima de sanciones a la empresa contratista por incumplimiento, retraso de los trabajos y una decisión del Congreso de Veracruz para que continuara la instalación de los equipos y su interconexión. Pero hizo lo contrario. De manera unilateral, el 29 de enero de 2019 giró instrucciones para modificar las contraseñas de acceso al sistema informático y con ello metió a la congeladora el uso del sistema de videovigilancia en Veracruz.
La responsabilidad es suya y los millones perdidos, también.
Mano sucia la de Aillet García, y la de Hugo Gutiérrez Maldonado, secretario de Seguridad con un historial pestilente y una policía criminal, acusando un fraude —cuatro denuncias de por medio— que parte de una maroma burda, como advirtió la empresa Comtelsat en un documento llevado a litigio, el 5 de marzo de 2019, en el que evidencia que la hoy magistrada detuvo “la realización de cualquier tipo de operación respecto al mismo”, e impidiendo “actividad alguna” tendiente a su finalización, como expuso el periodista Raymundo Jiménez en su columna Al pie de la Letra. Y Raymundo no es yunista azul.
Aillet García hoy es magistrada. Y los legisladores yunistas azules le dieron su aval, postrados y rendidos, secundando la propuesta de Cuitláhuac García que así va controlando al Poder Judicial en Veracruz.
Estridentes antes, los diputados súbditos de Miguel Ángel Yunes hoy arrastran la cobija. Siendo mayoría en su bancada, desoyen a su líder estatal, Joaquín Rosendo Guzmán Avilés, alias “El Chapito de Tantoyuca” por morenista, por tener la bendición del gobernador aunque simule ser opositor, y al coordinador de la fracción parlamentaria, Omar Miranda, el señor de los negocios en el PAN, otrora protegido del ex dirigente, José de Jesús Mancha Alarcón, que terminara mordiéndole la mano, aplicando una traición porque así, así se llano y rapaz, es el poder. En política hay intereses; los amigos no existen.
Lo ocurrido en el Congreso retrata el circo panista. El Chapito tenía su propuesta de magistrado, no se la cumplieron y dictó línea para votar contra el paquete enviado por el gobernador al Congreso. Y los yunistas azules, visionarios como son, le dieron el aval a su verdugo.
Hay otros odios y son profundos. Los hay —o había— entre el yunismo azul y Morena. Vienen de la lucha por el poder, el conflicto por Veracruz, Andrés Manuel López Obrador contra Miguel Ángel Yunes Linares y sus huestes. Uno que le llama “monarquía de la moronga azul” a los Yunes y éstos que no bajaban de loco y guango al hoy presidente de México.
Y ahora los Sergios y las Maryjoses y las Marigraz y las Montserrat se pliegan a los designios de Cuitláhuac García, que de gobernador sólo tiene el apelativo, porro de quinta, camorrista de barrio, sin porte y sin gracia, y con un analfabetismo político que se refleja en el discurso falaz, inconexo, sin dicción.
Sus líos vienen de la anterior Legislatura cuando Sergio Hernández, diputado por Xalapa, era el líder cameral. Entonces mandaba el Partido Acción Nacional y en particular la corriente de Miguel Ángel Yunes.
Morena perdía las votaciones pero le metía show a las sesiones. El yunismo los jodía un día y al siguiente los volvía a joder. A la entonces diputada, hoy secretaria de Medio Ambiente del gobierno de Veracruz, Rocío Pérez, le imputaron el robo de un teléfono celular propiedad del legislador, ex de Morena, Sebastián Reyes Arellano. Y la difusión del video fue de circulación nacional.
Marcos Even logró la fiscalía anticorrupción en una sesión de escándalo y se fue entre gritos, insultos, condenas de quienes hoy son gobierno con Cuitláhuac en el poder.
Morena, sus diputados, solían violentar el escenario hasta tomar por la fuerza el Congreso, encadenar sus puertas, amagar con el enfrentamiento cuerpo a cuerpo y provocar la represión.
Todo cambió en 2018 cuando Morena ganó la elección de gobernador y Congreso estatal. Y el PAN se volvió minoría.
Sergio Hernández les llamó ignorantes y cerrados por no dar curso al debate y congelar iniciativas de ley. Hoy, no ve mal que al hermano de la diputada morenista, antes panista, Ana Miriam Ferráez, le lluevan los contratos de prestación de servicio del gobierno de Cuitláhuac.
Maryjose Gamboa pidió sanitarios limpios para las diputadas y a cambio el líder morenista en el Congreso, Juan Javier Gómez Cazarín, mostró el cobre y ordenó colocar un baño portátil a media explanada del área asignada a los legisladores panistas.
Otro día, impedida de ingresar al salón de sesiones, fue categorizada como ebria, generándose una respuesta inmediata. Maryjose Gamboa negó y enfrentó al guardia rufián. Le recordó que el personal del Congreso está a las órdenes de los diputados, no al revés. Le expresó que si él afirmaba que presentaba aliento alcohólico, el guardia podría estar drogado.
La prensa morenista se le fue encima a la legisladora. La acribillaron con imputaciones de escandalosa y alcohólica —Espejo del Poder, Al Calor Político—, reviviendo un accidente automovilístico fatal. Maryjose Gamboa conducía su automóvil en Boca del Río y un peatón atravesó el bulevar, arrollándolo y provocando su muerte. Aquello no fue su culpa pero la prensa duartista, hoy morenista, la embistió.
Pasó siete meses en prisión en Tuxpan, humillada, entre zetas y antizetas, mientras esa piltrafa llamada Javier Duarte, entonces gobernador, hoy encarcelado y sentenciado por ladrón, y su infame fiscal, Luis Ángel Bravo Contreras, alias Fisculín, gozaban viendo a Maryjose tras las rejas.
Y hoy la diputada le da el aval a los magistrados propuestos por Cuitláhuac García, el aliado de Javier Duarte.
María Graciela Hernández es como un fantasma en el Congreso. No suena, no se ve, no existe. Si acaso el día que subió a tribuna a explicar por qué no apoyaría la despenalización del aborto y su compañera panista, Judith Pineda, la enfrentó.
Y Montserrat Ortega, que se trenza con Nora Jessica Lagunes en Twitter por el morenismo de ésta, su expulsión de la bancada panista, que luego revirtió, la acusación de que Montserrat sólo era diputada por ser esposa del entonces líder panista en Veracruz, José Jesús Mancha.
Caricatura de sí mismo, hoy el yunismo azul en el Congreso termina votando a favor del paquete de seis magistrados —tres de los cuales se caerán por amparos del Poder Judicial Federal— remitido por el gobernador. Ni siquiera supieron dónde se les extravió la dignidad.
A la deriva, la facción yunista terminó postrada ante el verdugo que los va a acabar.
Archivo muerto
Minada por el Covid y su efecto letal, Vicky Rasgado finalmente se fue. Dejó su vida, luchando literalmente a muerte, tras dos semanas en que un día avanzaba en el tratamiento médico y con la misma volvía a caer. Hacia las 10:55 de la mañana, este domingo 9, su corazón cedió y su latir cesó. Dos semanas antes, la alcaldesa de Moloacán, periodista de profesión, experimentó los primeros indicios del coronavirus. Se atendió de inmediato. Fue ingresada al Hospital de Especialidades Médicas de la Secretaría de Salud, en el puerto de Veracruz. Se le reportaba delicada pero estable. Respondía favorablemente hasta que su estado agravó. El oxímetro reportaba baja actividad. Su oxigenación preocupaba y debió ser intubada. Así hasta que no pudo más. Vicky Rasgado, reportera incansable, imborrables sus narraciones y sus relatos, la entrevista y dato duro, alcanzó el respeto y el reconocimiento. Fue Premio Nacional de Periodismo, presidenta de la Asociación de Periodistas de Coatzacoalcos, conductora de noticiarios televisivos. Y luego su incursión en la política hasta asumir un reto al que vio como oportunidad de servir: la alcaldía de Moloacán, su cuna, su origen. Bajo las siglas de Morena lo logró y fue su más destacada representante en el sur de Veracruz, con resultados, gobernando para su gente, luchando contra la escasez de recursos, el golpe artero y la traición, los intereses enquistados, la incomprensión de quienes un día se dijeron sus amigos y a los que respondió, más que como alcaldesa, como la periodista que nunca dejó de ser. Humana, como cualquiera, no estuvo exenta de errores, pero tuvo la capacidad de corregir, enmendar. Diferendos, los tuvo —los tuvimos—, y al final pudo más el aprecio, el cariño, la solidaridad, la vuelta a la hoja, que reveló su sensibilidad para atender, escuchar, reír, perdonar. Ante el señalamiento injusto, sacaba la casta, la dignidad, el carácter. El periodismo fue su vida, en Liberal, en Diario del Istmo, en TV Azteca, en DI Noticias. La política, un reto que iba superando con creces. En el plano personal, Vicky Rasgado tenía rasgos de extrema generosidad, siempre con la mano extendida para ayudar a sus compañeros de profesión y daba voz al ciudadano que requería ser escuchado. Su partida es dolorosa. Su ausencia, difícil de superar. Queda el recuerdo que la mantiene vigente entre quienes la trataron y gozaron de su amistad. A su familia, a sus amigos cercanos, un abrazo y nuestro pesar. Para Vicky, una oración permanente con la seguridad que el Supremo Creador ya la tiene a su lado… A tope, Veracruz se afianza en el escenario de muerte. Es ya tercer lugar nacional con sus 3 mil 77 fallecimientos por coronavirus y quinto sitio con sus 23 mil 694 casos, detrás de la Ciudad de México, Estado de México, Tabasco y Guanajuato. Relajados, miles de veracruzanos suelen acudir a las plazas, al malecón de sus ciudades, a fiestas familiares, atiborrando centros comerciales. Y el Covid 19 devorando a sus víctimas. Cuitláhuac García poco hace, siguiendo la ruta de la fallida estrategia del gobierno federal, aplicando la austeridad, por un lado, y la ineptitud, como regla general. Austeridad en tiempos de pandemia es un acto criminal, dejando a los médicos en la indefensión, a riesgo del contagio y de la muerte como ya ocurrió en todo Veracruz, y a los pacientes enfilados al crematorio —la orden de cremar sin consentimiento de la familia es un delito equiparable a la desaparición forzada—. Cuitláhuac, el minigobernador de Veracruz, deja correr los tiempos y un hospital como el Materno Infantil de Coatzacoalcos fue habilitado a destiempo. No se convertía en hospital Covid por una razón de índole política: fue terminado de construir por el ex gobernador panista, Miguel Ángel Yunes Linares. Y ese móvil político impidió el uso del nosocomio. Decenas, centenares de veracruzanos pudieron ser atendidos pero al infame de palacio no se le daba quebrarse ante el dolor ajeno. Es ineptitud pero también es perversidad… Físicamente aún no asume, pero Julio César Tirado ya es director del Conalep Coatzacoalcos. Coscolino, al galán de la 4T, amigo del presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso de Veracruz, Juan Javier Gómez Cazarín, alias El Carón, lo colocan en territorio de alto riesgo para las chicas de buen ver. Julio Tirado, el personero del líder cameral en temas de compraventa de predios en Coatzacoalcos, lo mismo presume que la cartera no tiene límites y que pronto el Conalep estará a sus pies y marchará al ritmo que sus pistolas suenen… Santa Martha en pie de guerra. Al personal de CMAS —Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Coatzacoalcos— los vecinos le marcaron el alto. Ni cortes de servicio ni más arbitrariedad. Pésimo, infame, el suministro de agua no corresponde a lo que CMAS cobra cada mes. De ahí la resistencia de los habitantes del fraccionamiento Santa Martha a consentir más arbitrariedades. Con agua en la llave o sin ella, CMAS factura un consumo que ni remotamente podrá justificar. Y la reacción de los vecinos de no permitir ni cortes ni lecturas de servicio amañadas, se va a radicalizar aún más. Jaime Martínez Web, su titular, alejado de los usuarios y de los medios de comunicación, sólo tiene ojos para el dinero. CMAS Coatzacoalcos es ineficiente y arbitraria. Pero cuando el pueblo llega al hartazgo, hasta los métodos violentos se vuelven ley…
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